Mimosín vivía en la calle, delgado y cansado, buscando entre desconocidos algo tan sencillo como una caricia. Su nombre no pudo ser más acertado: incluso en los peores momentos se acercaba a pedir mimos, como si en cada contacto encontrara un pedacito de esperanza.

Cuando por fin pudimos ayudarlo, llegó muy debilitado, pero también con una dulzura que desarmaba a cualquiera. Con cuidados, comida y seguridad, Mimosín ha recuperado fuerzas y brillo en la mirada, dejando atrás la dureza de la calle.

Entró en nuestra gatera tras un tiempo en lista de espera, y con ello comienzó para él una nueva etapa: la de buscar un hogar donde por fin pueda sentirse querido todos los días. Mimosín es un gato cariñoso, ronroneador, experto en hacer la croquetilla y en llenar de ternura cada rincón donde pasa.

Ahora solo necesita una familia a la que entregar todo ese amor que durante tanto tiempo tuvo que guardar.