Catrina apareció vagabundeando cerca de un pueblo, sola, sin rumbo y con esa mezcla de desconcierto y esperanza que solo tienen los animales que todavía creen en la bondad. Muy jovencita y preciosa, con su pelaje merle y esa mirada que lo dice todo, caminaba buscando un gesto amable, un rincón seguro, alguien que la viera.

Cuando por fin la encontraron, Catrina se mostró tal y como es: una mastina llena de vida, cariño y energía. Le encanta jugar, mover ese cuerpecito alegre de un lado a otro y repartir besos sin medida. Es sociable, divertida y tremendamente cariñosa; una perrita que ilumina todo a su paso.

Ahora vive bajo nuestro cuidado, aprendiendo que ya no tendrá que pasar hambre, ni frío, ni miedo. Cada día lo recibe como una fiesta, como si el mundo fuese nuevo y estuviera lleno de cosas buenas por descubrir.

Catrina sueña con una familia que acompañe su alegría, que le dé amor, juego y un hogar donde crecer segura y feliz.
¿Le damos juntas la vida que merece?